Si queremos bachilleres capaces de tomar decisiones autónomas, responsables y con integridad, necesitamos educadores:
- Comprometidos con la institución, leales a los principios y valores del colegio ante propios y extraños; que sepan que sin su colaboración plena esos principios y valores quedan muertos en el papel, que sepan que su valor no termina al culminar las clases porque son maestros por vocación.
- Que vivan la auténtica libertad a la que aspira todo ser humano.
- Que susciten en sus estudiantes el pensamiento propio, que no crean en decirles la verdad, sino que les den herramientas y medios para que, en su propia imaginación e incentivo, disfruten la grata ventura de encontrar su propia verdad.
- Que diferencien entre enciclopedismo y educación integral, entre memorismo y análisis crítico.
- Que estén a la vanguardia de los acontecimientos globales y locales para aprovechar y hacer el debido análisis con sus estudiantes, sacando de allí conclusiones prácticas de sensibilidad, solidaridad y fraternidad.
- Que estén al alcance del cambio tecnológico, pedagógico y científico que presente la sociedad para aprovechar las herramientas del mundo moderno y así ser más creativo en clases.
- Que crean en la juventud, que sepan que en ella está la esperanza del cambio que necesita nuestro país. Educadores que no prediquen violencia ni comuniquen resentimientos o insatisfacción por el estado de justicia social en la que vivimos.
- Que promuevan en la institución el PEI, este manual de convivencia y la filosofía del colegio.
- Con una ética profesional arraigada en sus valores y vocación. Docentes que enseñen con calidad y que sepan qué y a quien se enseña, como, para que y por qué se enseña con el objetivo de producir conocimiento pedagógico.
- Que se valoren como personas aceptando sus cualidades y restricciones y manteniendo relaciones fraternas y cercanas con los integrantes de la comunidad educativa.